viernes, 29 de diciembre de 2006

Irme de casa, encontrar (q no buscar) novio, estudiar más, ser puntual...

Las ventanas de mi barrio se han vuelto epilépticas. Farsantes vestidos con terciopelo rojo invaden calles y centros comerciales. Nos meten juguetes caros por los ojos, turrón del duro por la boca y las mismas canciones de siempre cantadas por niños distintos (pero igual de satánicos) por el culo. Te obligan a ser feliz.

- Me encanta esta época del año. Momento de cambio. Puedes pensar en lo que has hecho a lo largo del tiempo e intentar mejorarlo de alguna manera.
- Yo es que eso lo hago todos los días de mi vida cuando me voy a dormir...

Lista de buenos propósitos de año nuevo. ¿Para qué? Si no vas a cumplirlos de todas formas...mira lo que pasó con los del 2006...

Este año voy a hacer una de malos propósitos...sólo malas intenciones...e iré tachando una a una todas mis maldades...

martes, 19 de diciembre de 2006

Siempre quise ser negra.

Todo da vueltas. Todo gira. Todo cambia. Y tú nunca llegas a estar a gusto. ¿Será que en verdad nada es suficiente? ¿Será que no has nacido para conformarte? ¿Será que el día que contaron en clase lo que era la satisfacción, tú andabas en cama resacosa?

Vuelve años atrás y piensa. Sopla velas. Aguanta la respiración. Sigue la estrella. Estrena zapatos. Brinda con coca-cola. Tres marcas de leche. Pide un deseo. "Quiero ser una ardilla, quiero ser una ardilla, quiero ser una ardilla"...igual simplemente aspiras a cosas que no están a tu alcance...

¿Y quién dice qué está a tu alcance y qué no? ¿Vas a quedarte de brazos cruzados aceptando algo que no termina de llenarte? ¿Vas a quedarte de brazos cruzados aceptando que estás completamente vacía?

Ahora vacas. Ahora focas. Ahora gatos. Ahora viajes. Ahora pollas. Ahora mierda. Ahora muerte y destrucción.

Nunca sabrás caminar mirando a un punto fijo. Nunca sabrás mirar a un punto fijo sin mover los ojos.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Echo de menos echarte de menos.

Los ojos se te empiezan a cerrar. "Una página más y lo dejo". Estás enganchada, ¿quién te lo iba a decir? Sigues leyendo. "No puedo ofrecer más que mi propia confusión". Sonrisa de medio lado y movimientos de cabeza en desaprobación. Cierras el libro y apagas la luz. Tienes los pies helados y no te habías dado cuenta hasta ahora. Te acurrucas todo lo posible. A veces desearías poder convertirte en un bicho bola.

Esto era más fácil cuando dormías a mi lado. Ni almohadas, ni calcetines, ni dolor de espalda al día siguiente. Ni siquiera hacían falta pijamas para sentir el calor. Ni camas enormes por las que perderse. Ni música de fondo a modo de nana. Sólo tu voz. Y tu boca. Y tus manos. Y tus ojos buscándome en la oscuridad.

Necesito que deje de hacer frío. ¿En qué casa no hay un ventilador?
Hoy podría ser un día especial...







...pero no me siento inspirada.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Érase una vez un niño que creía que era feliz.

...al fin y al cabo...¿quién no se lo ha creído alguna vez?...somos tan facilmente engañables...

El niño corría y saltaba y jugaba y lanzaba piedras a los gatos, como hace cualquier crío con esa edad. Hasta que un día en el parque se cruzó con una mujer de avanzada edad (una viejita, vaya) de esas que te ofrecen caramelos a cambio de compañía, de esas a las que tus padres te tienen prohibido acercarte. Y como todo lo prohibido, mucho más atractivo. ¡Qué manera de comer chucherías! Piruletas, gominolas, chupachuses, chicles de mil sabores, corazones de pica-pica... No imaginaba una forma mayor de felicidad. Su vida se inundó de azúcar.

Pero al final, pasó lo que tenía que pasar. Nada de envenenamientos, que eso es demasiado clásico. Un empacho en toda regla. ¿Y lo peor de todo? Que cuando el dolor de pancita cesó y el niño volvió a por sus caramelos al parque, la viejita ya no estaba. Se fue. Voló. Perdió el interés.

Y desde entonces, se niega a probar cualquier tipo de dulce. Por más trabajo que le cueste conseguirlos, aunque se los regalen en bandejas de chocolate, aunque sea lo único que quiere comer.

La pregunta es: ¿qué es peor? ¿no comer caramelos para no olvidar el sabor del primero que probaste? ¿o no hacerlo por miedo a que te salgan caries?

Moraleja: lavaos los dientes, pequeños...

sábado, 9 de diciembre de 2006

Y tú...un oso polar...que investiga...

- Me vas a perdonar, pero es que todo esto me parece una estupidez...dices cuatro tonterías ambíguas que den que pensar y listo. No debe ser ni complicado.
- A ver, trae.
- Trae, qué.
- Tus manos. Trae.
- Y una leche. Nunca las enseño.
- No voy a fijarme en lo que no quieres que vea...

- Wow...
- Wow, qué.
- Nunca había visto unas manos así. Han vivido mucho. Muestran sabiduría.
- Ya, claro...
- Aquí hay dos cosas importantes. Dos y media.
- Sorpréndeme.
- El amor...y las palabras...
- ...vaya...¿y la media?
- Miedo. Mucho miedo hacia las dos cosas. El caso es que no entiendo porqué; tienes un cuadrado de la protección lindísimo acá, no deberías preocuparte por nada.
- ...
- Eres una mujer muy impulsiva, pero por alguna extraña razón, te impides hacer lo que quieres. Piensas algo y al momento se enciende una lucecita que te dice "no, no, no". Normalmente las manos de las mujeres muestran personalidades frías, calculadoras...pero estas no son así...son raras... Y tu intuición. Es enorme. Está muy marcada, pero parece que no le haces caso alguno, igual que a tu fuerza de voluntad. Las mantienes totalmente apartadas de ti.
- Hmm...no sé qué decir a eso... ¿Sabes qué significan estos asteriscos? Dos en esta mano...y otro...aquí... Me los descubrí hace poco...
- Gente. Gente nueva que ha aparecido en tu vida y gente que tenías olvidada y que reaparece. Algo así como un asunto pendiente. Algo a lo que tienes (y temes) enfrentarte.
- Tío, tú no me conoces de nada...
- Ya...todo está aquí dibujado...
- No me lo puedo creer, va contra mis principios...
- Loquita, en las manos puede leerse hasta cómo prefieres que te follen.
- Sí, hombre, eso quiero verlo yo.
- Esto...creo que me da un poco de vergüenza...
- ...adelante, adelante...


...y el cabrón acertó...

...en todo...

martes, 5 de diciembre de 2006

¿Que buscabas qué?

Lo bueno de buscar sin saber qué, es que por el camino te encuentras cosas de lo más inesperadas.

Una noche te metes en la cama deseando poder pasar bajo el edredón el resto de tu miserable vida. Cierras los ojos y no sientes nada. Sólo algo que da vueltas en tu estómago y que no te deja descansar. Que te impide estar tranquilo. Y que, encima, no llegas a entender.

Al día siguiente te despiertas igual de malhumorado pero a medida que avanzan las horas, todo se desvanece. Es más, todo lo malo se desvanece. Llega gente de países extraños. Otros cruzan océanos alejándose. Recibes grandes noticias y proposiciones, que aunque sean a largo plazo consiguen sacarte de la época gris en la que andabas sumergido. Las conversaciones y palabras tristes que rondaban por tu cabeza se escapan y vuelan lejos, perdiendo todo el sentido que pudieron tener en algún momento.

Y ya sólo puedes sonreír. Y pensar en todas las cosas que quieres hacer. Y pensar en todas las cosas que puedes hacer. Y ya no hay nada que te preocupe. Y sientes que eres capaz de propagar esa sensación a los que te rodean. Y, lo mejor de todo, que esa gente está en tu misma situación. Que por fin una ola de ilusiones ha bañado la ciudad sin playa.

Y tú sonríes. Y sonríes. Y sonríes. Y sonríes.