lunes, 24 de noviembre de 2008
Medio Llena / Medio Vacía.
O de porqué quedarnos con el tierno y triste 'te echo de menos' cuando podemos ofrecer un 'tengo muchas ganas de verte otra vez'.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Pues claro que no, no creo en tu dios de madera.
Es que ni los propios curas tienen que ser capaces de creerse toda la mierda que brota de sus bocas.
Lo intenté. Juro que lo intenté. Por inercia, puede, pero lo intenté. Fui a misa, me santigüé, escuché todo lo que tenía que oír, me levanté, me senté, me arrodillé. Una vez, sólo una, probé de manera furtiva la hostia sagrada creyendo que, por pecadora, iban a recaer sobre mí las siete plagas de Egipto. Incluso llegué a pensar que tu dios estaba cumpliendo su parte del trato. Y ya si hablamos de intentarlo, confieso que incluso hubo un tiempo en el que llegué a plantearme cómo sería mi boda, vestida de blanco, con un recogido divino y unos tacones mortales, en una pequeña ermita perdida en cualquier paraje recóndito de la Galicia profunda.
Me parece totalmente innecesario que organicen una misa por la muerte de nadie dos semanas después de su defunción, aún teniendo en cuenta que ni dicha persona, ni su familia más allegada, ni sus amigos profesan cariño o empatía alguna por la jodida religión cristiana. Ni católica, ni apostólica.
Me parece totalmente innecesario que escupan sin un ápice de educación sus palabras de odio sobre los tristes seres agnósticos que por respeto, afinidad o amor hacia sus congéneres, asisten, callan y escuchan lo que tengan que contarles durante las liturgias. Se trata de incentivar o captar o convencer o propagar la palabra del señor. Ese señor. No de atacar a la gente que no cree en ti.
Me parece totalmente innecesario que se preocupen por el hambre y la pobreza del mundo sentados en sus butacas de terciopelo rojo y azul, bebiendo vino en cálices de oro, plata y esmeraldas. El color de la esperanza. Sin mover siquiera un mísero dedo con la intención de ceder una sóla de las preciadas joyas que guarecen en la trastienda de su sacristía.
Lo intenté. Juro que lo intenté. Pero mi cupo de asistencia a misas sin sentido ahora, ya, está completo. No pienso volver a pisar una iglesia sin fines lúdicos, turísticos o culturales en lo que me queda de vida. A tomar por culo. He dicho.
...para más inri...
Lo intenté. Juro que lo intenté. Por inercia, puede, pero lo intenté. Fui a misa, me santigüé, escuché todo lo que tenía que oír, me levanté, me senté, me arrodillé. Una vez, sólo una, probé de manera furtiva la hostia sagrada creyendo que, por pecadora, iban a recaer sobre mí las siete plagas de Egipto. Incluso llegué a pensar que tu dios estaba cumpliendo su parte del trato. Y ya si hablamos de intentarlo, confieso que incluso hubo un tiempo en el que llegué a plantearme cómo sería mi boda, vestida de blanco, con un recogido divino y unos tacones mortales, en una pequeña ermita perdida en cualquier paraje recóndito de la Galicia profunda.
Me parece totalmente innecesario que organicen una misa por la muerte de nadie dos semanas después de su defunción, aún teniendo en cuenta que ni dicha persona, ni su familia más allegada, ni sus amigos profesan cariño o empatía alguna por la jodida religión cristiana. Ni católica, ni apostólica.
Me parece totalmente innecesario que escupan sin un ápice de educación sus palabras de odio sobre los tristes seres agnósticos que por respeto, afinidad o amor hacia sus congéneres, asisten, callan y escuchan lo que tengan que contarles durante las liturgias. Se trata de incentivar o captar o convencer o propagar la palabra del señor. Ese señor. No de atacar a la gente que no cree en ti.
Me parece totalmente innecesario que se preocupen por el hambre y la pobreza del mundo sentados en sus butacas de terciopelo rojo y azul, bebiendo vino en cálices de oro, plata y esmeraldas. El color de la esperanza. Sin mover siquiera un mísero dedo con la intención de ceder una sóla de las preciadas joyas que guarecen en la trastienda de su sacristía.
Lo intenté. Juro que lo intenté. Pero mi cupo de asistencia a misas sin sentido ahora, ya, está completo. No pienso volver a pisar una iglesia sin fines lúdicos, turísticos o culturales en lo que me queda de vida. A tomar por culo. He dicho.
...para más inri...
martes, 11 de noviembre de 2008
A veces desearías no tener que mover tu culo de este colchón. Vivir por siempre bajo el abrazo de cientos de patos desplumados. Morir ahogada en un sueño, que aún siendo dulce, jamás llegará a ser lo que verdaderamente quieres. No sentir hambre, ni dolor, ni sudores fríos a media siesta. No volver a necesitar su lengua, ni su vientre, ni su olor, ni sus manos, ni las tuyas propias, que bien te conocen. Olvidar el calor, la humedad, las cosquillas por debajo del ombligo. Que nadie vuelva a subir la persiana. Conseguir evadirte de la realidad. Que sea de día. O de noche. LLuvia o nieve. Primavera, verano.
Que ya no importe.
Que ya no importe.
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