martes, 14 de abril de 2009

Enjaulados.

Los pájaros que tienes en la cabeza no son más que fantasmas acechando tu cama. El tiempo que vuela. La distancia que separa un sur cálido, exótico y húmedo de todo aquéllo que conoces y crees que quieres. El silencio que ulula por las noches entre grillos hasta que amanece la primera ráfaga solar. La eléctrica inseguridad que columpia tu equilibrio sobre un cable de acero desgastado. La envidia que enturbia con fango plumas ajenas de siete colores brillantes. El egoísmo que embucha tu alma, ahoga tu sed y revienta tu hígado. Exquisito foie de autocomplacencia.