domingo, 24 de mayo de 2009

Mi tía May.

Era del barça, profesora de matemáticas y monja. Sólo comía tortilla y tenía la lengua llena de grietas. Pero, aún así, me gustaba. Me gustaba mucho. Como la canción que suena cuando llamas al 3553, que aunque dé vergüenza reconocerlo, en el fondo, tiene su aquel. Como el par de películas que hacen que Nacho no esté del todo equivocado y que me tenga que morder la lengua cada vez que intento farfullar que el cine francés es una mierda. Como el pulpo, con sus patillas, ventosas, tres corazones y moco pringoso; grimoso manjar. Como una noche de pachanga cada seis meses. Como el tío que te deja clarísimo que solo quiere pasar un buen rato y que, a la mañana siguiente, sale por la puerta pero se queda en tu cabeza. Como los zapatos de tacón y el lápiz de labios rojo. Como cuando te achicharra el sol y se te empieza a pelar la espalda. Como los hombres con traje y corbata. Como el típico colega que nunca sabes ni cómo, ni cuándo, ni porqué, pero es y seguirá siendo tu colega. Como las duchas de agua fría. Como tantas cosas...pero más que ninguna. Me gustaba. Y ahora puede que yo no esté de humor, pero es que ella no está.

Y eso...

3 comentarios:

Srta. M dijo...

Lo siento...

Siento mucho, mucho, mucho lo de tu tía May... y aunque has contado solo 3 o 4 cosas sobre ella, parece que hayas descrito todo su mundo, parece que los que leamos estas letras la conocieramos....

Pequeña, aqui tienes un gran gran gran abrazo...aunque eso no logre devolver a esas personas que hemos perdido, si logre devolver los ánimos que se han marchado de copas...

Espero que estes bien... todo volverá a su cauce.

Y los musos... ay, los musos...

Balle dijo...

Muacks...

Soy ficción dijo...

A veces nos gusta tanto alguien o algo sin saber porque q aun nos gusta más... Lo siento mucho, un abrazo enorme.